miércoles, 12 de marzo de 2008

Kirchner: La peor política agropecuaria de toda la historia argentina.


Sobre el nuevo esquema de retenciones


Durante los últimos cuatro años venimos diciendo que las políticas agropecuarias del Gobierno son equivocadas, nocivas, llenas de prejuicios, cortoplacistas e ineficaces para lograr que aumente la producción. Las medidas conocidas ayer constituyen un nuevo “impuestazo” al sector”, sólo que esta vez escondido tras dos ideas que la Coalición Cívica comparte pero que los desmanejos y la baja credibilidad de este gobierno desdibujan: la necesidad de reducir la dependencia de un monocultivo (la soja) y la necesidad de darle más predictibilidad de precios al productor (retenciones móviles en un esquema de 4 años).

El problema es que con tasas de inflación del 25% y costos subiendo por encima de esa cifra, es poca la certeza que le da al productor sobre su rentabilidad futura el congelamiento de sus ingresos en dólares. En ese mismo contexto casi parece irrisorio que se le diga al pequeño productor que va a tener “acceso al crédito a tasas bajas”, ya que no se explica como un país con inflaciones de esa magnitud puede generar lo que el productor PYME realmente necesita: préstamos a largo plazo en pesos a tasa fija de un dígito.

Menos creíble es que un gobierno acostumbrado a despilfarrar recursos sin transparencia en subsidios o en obras fastuosas esté aceptando generarse incertidumbre sobre su recaudación futura –de eso se tratan las retenciones móviles-. Aún con los niveles confiscatorios a los que están las retenciones, es dudoso que esté dispuesto a bajarlas si la bonanza de precios internacionales se revierte. El productor no puede dejar de pensar con justicia que hoy le sacan y mañana, cuando necesita alivio, no le devolverán. De hecho, es extraño que para una política supuestamente de cuatro años, no se haya mandado un proyecto de ley al Congreso en vez de seguir amparándose en la ley de Emergencia Económica. Las retenciones móviles huelen entonces a recurso mediático para esconder un nuevo manotazo a los productores y a las provincias.

En efecto, con este nuevo impuestazo, la recaudación por retenciones llegará este año a los 5 puntos del PBI. Todo a la caja del gobierno nacional. No solo no coparticipa a las provincias, sino que les niega lo que ganarían por coparticipación en la recaudación de impuesto a las ganancias que en ausencia de retenciones tendrían los productores. De esta forma, el gobierno nacional se queda con miles de millones de pesos que le corresponden a los gobiernos provinciales.

Las medidas de Kirchner para la producción de alimentos se han vuelto esquizofrénicas. Es claro que el Gobierno ha perdido por completo el rumbo; no hay medidas de fomento a la producción, y se pretende controlar los precios con medidas que sólo reducen la producción, logrando exacerbar los desequilibrios entre oferta y demanda. La única idea que tienen es aumentar impuestos y hacer “caja” para luego manejarla discrecionalmente desde Puerto Madero.

No hay autoridad económica. El Ministro Losteau tiene las cualidades técnicas para encontrar mejores propuestas a las que estamos viendo. Pero el poder del país no está ni en el Ministerio de Economía ni en la Casa Rosada. Es quien detenta el poder del país el que está manejando hoy la economía. Es él el responsable último y mayor de todos estos errores. Ni siquiera hablamos de Moreno. Hablamos de Néstor Kichner.

Desde la Coalición Cívica compartimos el objetivo de diversificar la matriz productiva de alimentos del país, y contrarrestar el avance de la soja, pero no es con un esquema de impuestos y políticas sectoriales absurdas -que cambian todos los días según los caprichos de Kirchner y Moreno- que esto va a lograrse. Producir más alimentos, generar trabajo y contener la inflación sólo se logra con políticas macroeconómicas y agropecuarias previsibles y que tengan una visión de largo plazo. Exactamente el opuesto a conducir un país contestando a las noticias que salen en la tapa de los diarios, a los métodos “patovicas” o de “barrabrava”, o a las amenazas a punta de pistola.

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