Las mentiras no bajan la carne ni curan la aftosa
Publicada en la contratapa del Diario La Nación, el 15 de Marzo de 2006
Por Elisa Carrió (Diputada Nacional ARI) y Alejandro Rabinovich (Diputado de la Ciudad de Buenos Aires)*
El sector ganadero de nuestro país enfrenta una coyuntura crucial para su futuro, ya que la demanda doméstica y la internacional aumentan pero su producción está estancada. La situación es a todas luces deficitaria e insostenible en el tiempo. Ahora bien, sería erróneo afirmar que la totalidad de los problemas por los cuales pasa el sector ganadero son responsabilidad del actual gobierno. La ganadería arrastra décadas de problemas estructurales irresueltos y malas políticas.
Aún así, ante la actual crisis –que combina alza de precios con aftosa- la gestión Kirchner es responsable por las políticas totalmente erradas que viene aplicando. Desde el año 2003 hasta fines del 2005 el gobierno se limitó a una política de recaudación vía retenciones, mientras que no resolvió ni uno solo de los problemas del sector. La Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAGYPA), desde que Miguel Campos está a cargo, ha demostrado una total inoperancia, con una trayectoria que fue de conflicto en conflicto pero no encontró solución para ninguno de todos ellos.
No hubo por parte del Gobierno Nacional políticas de desarrollo de la oferta, principal problema del sector. La poca oferta afecta el rendimiento exportador y empuja al alza el precio de la carne en el mercado interno. En cambio, buscar una salida a la cuestión del stock y la oferta ganadera no sólo favorece las exportaciones y al sector agrario argentino: también es la mejor manera de evitar la suba de precio de la carne y mantener el poder adquisitivo de la población. Nada de esto ha hecho el Gobierno.
La falta de un Plan Ganadero y una política nacional que planifique estratégicamente el destino de la cadena agroindustrial de carnes limita las perspectivas para todo el sector y hace desaprovechar la coyuntura internacional favorable. La crisis de precios de carnes por la que atravesamos hoy en día halla parte de sus más profundos fundamentos en la inacción e incapacidad del Gobierno Nacional en articular una política ganadera.
En lugar de ir hacia el tan necesario Plan Ganadero, el Gobierno se empecinó en lograr un impracticable acuerdo de precios con el sector. Desde la presidencia de la Nación daba la sensación que era más importante obtener “la foto” de un acuerdo firmado con los ganaderos –o peor aún, mostrar a éstos como “torciendo el brazo” ante la presión oficial- que buscar una solución aplicable y duradera para el asunto del precio interno de la carne. A todo esto se sumó una ofensiva pública del propio presidente Kirchner contra de la “oligarquía ganadera”, a la cual atacaron tildando de avara y contraria a los intereses de la población. Este ataque no es más que una farsa comunicacional del Gobierno para tapar las severísimas fallas de gestión e incapacidad que tienen los actuales funcionarios para entender al campo argentino y encontrar soluciones para los problemas que enfrenta.
Luego, el Gobierno creó el Registro de Exportaciones, herramienta que da el poder al Ejecutivo de elegir quien puede exportar y quien no. Con el pretendido argumento de manejar los precios se abrió la puerta a una total discrecionalidad en el manejo del negocio de comercio exterior de carnes. Esto no sólo da lugar a la corrupción, sino que además limita toda perspectiva de inversión del sector privado. ¿Quién va a invertir y arriesgar su capital a futuro si sus ventas al exterior dependerán de la voluntad del funcionario de turno que deba autorizar los embarques?
A esto debe agregarse otra medida equivocada que tomó el Gobierno: la elevación del peso mínimo de faena, motivo directo de la escasez de hacienda actual. El Gobierno fue tomando una cadena de decisiones erradas que no hicieron sino potenciar la escalada de precios, y todo esto llevó a la última y más trágica decisión: la prohibición de las exportaciones de carne, que es casi un certificado de muerte para la industria ganadera y un foco directo de pobreza y desempleo para el país.
Además, el fantasma de siempre. La reaparición de la aftosa dejó sobre el tapete todas las falencias, irresponsabilidades y atraso que carcomen a la cadena de carnes de nuestro país.
Este es el “modelo productivo” del Presidente Kirchner para la ganadería: retenciones del 15%, prohibición de exportaciones y arbitrariedad en su manejo, debilidad de controles aduaneros y sanitarios e inexistencia de medidas de fomento a la producción. Así, la ganadería argentina está condenada a la postración.
Debemos empezar a discutir una alternativa: eliminación de retenciones y reapertura de las exportaciones, créditos blandos para aumento de stock, producción, productividad, retención de vientres y mejoras genéticas y de pasturas; profesionalización de la SAGYPA, fortalecimiento económico y operativo del SENASA, políticas de protección de tierras para pequeños ganaderos y control de la faena ilegal y el tráfico de hacienda. Estas son las líneas sobre las cuales proponemos sentar las bases de la recuperación de la ganadería argentina. Porque con ataques y mentiras no se cura la aftosa ni se baja el precio de la carne.
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